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Había una vez un viejo perro que sujetaba firmemente su grande y carnoso hueso mientras cruzaba el angosto puente que llevaba al otro lado del arroyo. No había llegado muy lejos cuando miró y vio lo que parecía ser otro perro en el agua, que también llevaba un enorme hueso.

No satisfecho con su excelente cena, el perro voraz decidió que podía, quizás, tener los dos huesos.

Entonces, gruñó y lanzó un amenazador ladrido al perro del agua y al hacerlo dejó caer su propio hueso al fondo del arroyo; cuando el hueso cayó, con un chapoteo, el segundo perro desapareció al ser sólo un reflejo.

 

Moraleja: Jamás codicies el bien ajeno, pues puedes perder lo que ya has adquirido con mucho esfuerzo.

El perro y el hueso

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